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El otro día me junté a tomar unos mates con una amiga que venía de estar dos horas en la peluquería tiñéndose. Comentaba: “No me gusta cómo me quedó”, “me arden los ojos de la tintura”, “gasté mucho y estamos a fin de mes”, “ya saqué turno para el mes que viene”.

Le pregunté por qué se teñía y me respondió: “porque así hay que verse”.

Pensaba así cómo nos quieren ver, la sociedad, el consumismo: sin canas, prolijas, arregladas, coquetas.

Pero, la belleza no es una fórmula. No se mide, No se exige y No se vende.

La “belleza” es una sensación totalmente personal

La violencia estética es esa que vende, una belleza que duele y que se juzga a partir de estándares ajenos a cada persona. Es un concepto que puede sonar fuerte, pero que atraviesa nuestra vida de formas sutiles y profundas.

Esta historia de mi amiga, habla de las canas, pero el abanico es infinito: son nuestras arrugas, nuestros pelos en el cuerpo, nuestras marcas en la piel, el acné, la celulitis, y así podemos seguir infinitamente.

En esta historia estamos todas, vos, yo y 100% de esta sociedad.

📑 Índice

  • ¿Qué es la violencia estética?
  • ¿Quién define lo que es "lindo"? Publicidad, marketing y grandes industrias
  • ¿A quién le sirve que odiemos nuestros cuerpos?
  • Mandatos de belleza a lo largo del tiempo
  • Mandatos sobre el cuerpo: entre tabúes, exigencias y falsas elecciones
    • Depilación: ¿presión disfrazada?
    • Canas: la belleza de la experiencia
    • Arrugas: historias en la piel
  • Un vistazo a otras culturas para seguir desarmando mandatos
  • Cuerpos reales: aceptar lo que somos también es resistencia
  • Feminismo: una fuerza clave para desarmar la violencia estética
  • Cuidarte, no exigirte

¿Qué es la violencia estética?

Este término fue popularizado por la socióloga Esther Pineda, y se refiere a la presión constante (y que muchas veces naturalizamos y por eso pasa desapercibida) que nos empuja a cumplir con ciertos estándares de belleza. No solo es la imposición de un ideal, sino también la exclusión y discriminación hacia quienes no lo cumplen. Aunque se empezó a nombrar hace poco, esta violencia opera hace siglos, especialmente sobre los cuerpos de las mujeres.

La historia de la belleza no es inocente ni superficial. Los ideales estéticos fueron cambiando… pero siempre con algo en común: fueron moldeando cómo nos vemos, cómo nos sentimos y cómo habitamos el mundo.

La violencia estética es esa presión que nos empuja a “cumplir” con ciertos estándares para sentirnos aceptadas, valoradas o “correctas”.

Desde el uso de corsés hasta los filtros de Instagram, desde los primeros concursos de belleza en la Grecia antigua hasta los certámenes actuales, la belleza fue y es una construcción atravesada por poder, control y consumo. Y aunque hoy tengamos más herramientas para cuestionar, muchas veces seguimos atrapadas en esos mandatos.

📣 ¿Quién define lo que es "lindo"?

Publicidad, marketing y grandes industrias

Desde siempre, la idea de belleza ha sido construida. Lo que cambia es quién la impone y cómo. Hoy, el modelo de belleza está más presente que nunca gracias a la publicidad, las redes y la industria multimillonaria que se alimenta de nuestra inseguridad.

La violencia estética está sostenida por ideas sexistas, racistas, gerontofóbicas (miedo al envejecimiento) y gordofóbicas. Reforzadas por siglos de historia, religión, filosofía, medicina, moda, publicidad… y hoy, por las redes sociales.

Y sí, hay industrias detrás que se benefician de eso: la cosmética, la moda, las cirugías, el fitness, la medicina estética. No solo nos venden productos, nos venden la idea de que no estamos bien como estamos. Y eso es lo más peligroso,

Un estudio del Servicio Nacional del Consumidor de Chile mostró que el 35% (aproximadamente 1 de cada 3) de los sitios de belleza contenían mensajes sexistas o imágenes que reproducían estereotipos. Y en Instagram, la publicidad de influencers suele reforzar la idea de que la belleza ideal es blanca, joven, delgada, sin una arruga ni un pelo fuera de lugar.

No es solo marketing. Es una maquinaria que transforma nuestras inseguridades en negocio.

La presión estética ejercida sobre las mujeres y sobre los cuerpos en general ha beneficiado y sigue beneficiando, histórica y actualmente, a diversos actores y sistemas, principalmente al patriarcado y a las grandes industrias capitalistas.

💸 ¿A quién le sirve que odiemos nuestros cuerpos?

La violencia estética no es casual. No apareció de la nada ni es un error del sistema: es el sistema. Una red bien aceitada de mandatos, discursos y exigencias que nos quieren ocupadas, inseguras y gastando tiempo, energía y plata tratando de encajar en ideales que no son nuestros.

Por un lado, el patriarcado encontró en los estereotipos de belleza una forma “elegante” de seguir controlando los cuerpos de las mujeres. Desde hace siglos, los ideales estéticos fueron definidos y sostenidos por varones con poder: en la medicina, la moda, la ciencia o la religión. Estos estereotipos variaron según los intereses e ideales masculinos en las diferentes etapas históricas y sociales.

Y aunque esos ideales fueron cambiando siempre sirvieron al mismo propósito: hacernos sentir que no estamos nunca del todo bien y que no estamos a la altura de “un hombre”

Se nos enseñó que “ser femenina” implica ser linda (pero sin exagerar), joven, delgada (pero con curvas), suaves, prolijas, agradables. La belleza no se nos propone como una opción, sino como una obligación silenciosa. ¿Y qué pasa cuando no encajamos? Vergüenza, culpa, ansiedad.

Mientras los años en los hombres “suman experiencia y atractivo”, en nosotras pareciera que nos quitan valor. Las canas, las arrugas, el cuerpo que cambia... se vuelven marcas de “decaimiento”. Como si después de los 40, ya no fuéramos deseables, visibles, ni útiles. ¿Te suena?

Ejemplos claros y cotidianos:

Los pelos en el cuerpo:

  • Hombres: Es lo normal, es más de hombre
  • Mujeres: Es sucio, asqueroso, hay que depilarse.

Las canas:

  • Hombres: Es sexy, maduro
  • Mujeres: Viejas, dejadas.

Lo mismo significa cosas totalmente opuestas según el género.

Eso se llama desigualdad, eso es parte del patriarcado y de la violencia estética.

Todo esto no es inocente. La presión estética distrae, agota, inmoviliza. Nos aleja de nuestros propios deseos, de ocupar espacios de poder, de habitar el mundo con libertad. Nos vuelve consumidoras ideales de productos que prometen la eterna juventud, la piel perfecta, el cuerpo ideal… pero que siempre dejan una sensación de insuficiencia.

Y ahí entran en escena las industrias del cuerpo: cosmética, moda, dietas, cirugías, marketing, influencers. Todas se alimentan de nuestra inseguridad, transformando nuestro malestar en dinero. Nos venden soluciones mágicas a problemas que ellas mismas crearon.

Porque si lo pensás, la “solución” a nuestras arrugas, canas, celulitis o estrías... ya está en sus góndolas.

El combo es perfecto: te hacen sentir incómoda con tu cuerpo, y después te ofrecen cómo arreglarlo. Una rueda que no para. Y que muchas veces disfrazan de empoderamiento o autocuidado, cuando en realidad lo único que hacen es reforzar el mandato de que tenés que verte “mejor”.

Por eso hablar de violencia estética no es hablar de algo superficial, sino de una forma real y profunda de control. Y cuestionarla, desarmarla, es también una forma de resistencia.

En SHIRI creemos que el cuidado personal no debería partir del rechazo, sino del amor. Que no hay que cambiar para valer más. Que tu valor no depende de un espejo ni de un estándar. Y que tu cuerpo no necesita arreglarse. Solo puede ser habitado con libertad.

Mandatos de belleza a lo largo del tiempo

Época ¿Cómo se ejercía la violencia estética? ¿A quién servía?
Antigüedad (Grecia y Roma) - En Grecia, la belleza era masculina.
- En Roma, se exigía piel blanca, sin arrugas ni vello. Depilarse era símbolo de pureza y estatus.
- A los hombres que definían los cánones.
- A las élites que usaban la estética para marcar jerarquía.
Edad Media - El cuerpo femenino debía ocultarse.
- La belleza era espiritual: maquillarse o cuidarse era visto como signo de lujuria.
- Se esperaba que las "buenas" mujeres católicas dejaran crecer su cabello como muestra de feminidad, manteniéndolo oculto en público. Se arrancaban pelos de la frente para tener cara más ovalada.
- A la Iglesia cristiana y al orden patriarcal.
- A los hombres que controlaban la virtud femenina.
Siglo XVII - Se instala la idea de que la mujer debe ser “bella”.
- Médicos varones escribían libros con "criterios de belleza" que las mujeres debían cumplir.
- A los hombres que moldeaban el ideal femenino desde la ciencia.
- A la naciente industria editorial producto de la invención de la imprenta.
Barroco (Siglos XVII y XVIII) - Se valora lo exagerado: pelucas, maquillajes y lujos.
- El cuerpo decorado como símbolo de riqueza.
- A la nobleza y clases altas que mostraban poder mediante la estética.
Época Victoriana (siglo XIX) - Se promueve una figura frágil, con corsé y aspecto enfermo.
- El cuerpo debía reestructurarse con ropa.
- Al sistema patriarcal que exigía mujeres “decorativas”.
- A la moda que vendía esos productos.
Principios del siglo XX - Se lanza la depilación como norma femenina.
- Aparece el brassiere como nuevo molde corporal.
- A la industria del cine y la moda que vendían la imagen de una mujer voluptuosa y seductora.
- A las marcas que crean nuevas necesidades estéticas.
Años 20 - La flapper: mujer joven, moderna, delgada y maquillada.
- El consumo se mezcla con la idea de belleza.
- A la cultura de consumo.
- A los medios que vendían modelos aspiracionales.
Años 30 a 50 - Se populariza la cirugía.
- Playboy impone el ideal de mujer-objeto.
- La depilación total se vuelve norma.
- A la pornografía, la moda y las marcas de cosmética.
Años 60 - Coexisten ideales: voluptuosa pin-up y delgadez andrógina.
- El maquillaje se vuelve obligatorio.
- A los medios y marcas que vendían productos de belleza masiva.
Años 70 - Algunas mujeres desafían el mandato de depilarse.
- El feminismo visibiliza el control del cuerpo.
- El patriarcado resiste al cambio.
- Las industrias ven peligrar su modelo de consumo.
Años 80 y 90 - Cirugías masivas, cuerpos voluptuosos y erotizados.
- Fuerte presión mediática y aparición de estereotipos étnicos sexualizados.
- A la industria de la cirugía estética, moda, cosmética y entretenimiento.
2000 en adelante - Ideal de belleza diverso pero inalcanzable.
- Cuerpos operados, filtros, bótox, cremas “milagrosas”.
- Se finge inclusión para seguir vendiendo lo mismo.
- A las redes, industrias cosméticas y quirúrgicas.
- A un sistema que sigue lucrando con inseguridades.

🔍 Mandatos sobre el cuerpo: entre tabúes, exigencias y falsas elecciones

Hay cosas que nos enseñaron tan de chiquitas que ya no las cuestionamos. Pero vale la pena preguntarnos: ¿esto lo elijo yo… o me lo hicieron creer?

✂️ Depilación: ¿presión disfrazada?

Durante décadas se instaló la idea de que estar depilada era sinónimo de limpieza, feminidad y cuidado. La publicidad, la cultura pop e incluso la pornografía nos mostraron cuerpos siempre lisos, suaves y “correctos”.

Sin embargo, esta idea de que la falta de vello es higiénica es un mito. La higiene no depende de la presencia o ausencia de vello, sino de los hábitos de aseo personal.

Por ejemplo, si hablamos de las axilas, el vello axilar no genera suciedad, ya que el mal olor es producido por bacterias que descomponen el sudor, un proceso en el que el vello no influye. De hecho, afeitar o depilar el área puede causar irritación, lesiones, foliculitis, vellos encarnados y mayor riesgo de infecciones, ya que se eliminan barreras naturales que protegen la piel.

El vello protege la piel, regula la temperatura y actúa como barrera natural.

Hoy cada vez más mujeres eligen no depilarse como acto de libertad. Porque la belleza no tiene una única forma, ni una única textura.

✨ Canas: la belleza de la experiencia

¿Aparecieron las primeras canas?

A muchas nos enseñaron o simplemente crecimos con la idea extendida de que cuando aparecen: hay que correr a taparlas. Pero, ¿por qué?

El pelo gris está asociado al paso del tiempo… y la vejez, para las mujeres, sigue siendo casi un “pecado estético”. Sin embargo, las canas también pueden ser símbolo de sabiduría, historia, identidad. Cada vez más mujeres las lucen con orgullo.

Además, dejar de teñirse puede ser liberador. Menos químicos, menos exigencias y más paz mental.

💬 Arrugas: historias en la piel

¿Quién dijo que las arrugas son algo que “sacar” o “borrar”?

En una sociedad obsesionada con la juventud, la piel con líneas es vista como un problema. Pero las arrugas hablan de risas, de experiencias, de todo lo vivido. ¿Por qué esconderlas?

Los anuncios de cremas antiarrugas han pasado de una metáfora de "guerra contra la edad" a una de "ciencia milagrosa", donde las cremas prometen borrar la edad rápidamente y sin esfuerzo. Sin embargo, estas promesas a menudo son poco creíbles. Aparentar 20 años a los 40 impide a las mujeres permitirse el orgullo de haber alcanzado la madurez que esa edad conlleva.

Nos prometen juventud eterna y nos hacen sentir que envejecer es algo que hay que evitar, cuando en realidad es un privilegio.

Los rostros arrugados deberían asociarse con la experiencia, la sabiduría y las historias interesantes. La hostilidad hacia las arrugas desprecia los beneficios de la experiencia y la edad. La aceptación de las arrugas no solo elevaría la autoestima, sino que también ahorraría tiempo y dinero gastado en tratamientos.

Abrazar las arrugas también es una forma de resistir.

🌍 Un vistazo a otras culturas para seguir desarmando mandatos

Cuando miramos más allá de nuestra cultura, entendemos algo importante: los mandatos estéticos no son naturales ni universales, son construcciones.

Lo que en un lugar se considera "bello", en otro puede ser irrelevante o incluso no deseado. Y eso nos da una gran pista: si la violencia estética cambia según el lugar y la época, no puede ser una verdad absoluta. Es arbitraria, y por eso podemos cuestionarla.

Por ejemplo, la depilación ha sido vivida de formas muy distintas. Mientras en la antigua Roma la piel suave era sinónimo de estatus, en culturas como la china o muchas regiones de Asia, el vello corporal no fue nunca un gran tema. Incluso en Corea del Sur, tener vello púbico se consideraba signo de salud. La obsesión por eliminarlo todo es más bien una construcción occidental reciente, impulsada por la publicidad, y los estándares de "higiene" que fueron instalados como verdades.

Lo mismo pasa con las canas o las arrugas. En muchas culturas no se ven como señales de "abandono", sino como rasgos de experiencia o dignidad. Pero en el modelo hegemónico occidental, envejece solo quien "se descuida". Se nos impone la juventud eterna como si fuera una obligación estética, con cremas, tintes y filtros que prometen borrar el paso del tiempo.

Por suerte, cada vez más personas están decidiendo correrse de esos mandatos. En Argentina y otros países, muchas mujeres están dejando crecer sus canas como un gesto de libertad, de conexión con su proceso vital y de desafío a los estándares que nos quieren siempre iguales.

Mirar otras culturas no es solo un ejercicio de curiosidad: es una forma de sacudir nuestras certezas. Lo que nos hicieron creer que era obligatorio, tal vez no lo era tanto. Y ese es el primer paso para empezar a elegir desde otro lugar.

💜 Cuerpos reales: aceptar lo que somos también es resistencia

La violencia estética impulsa una lucha constante para encajar en un molde homogéneo diseñado para cuerpos y mujeres totalmente distintas y únicas. El modelo hegemónico de belleza impuesto por la cultura occidental alude en la actualidad al cuerpo sano, estilizado, joven y sobre todo blanco. En su forma más extrema, la presión por alcanzar estos ideales puede conducir a trastornos dismórficos corporales y trastornos de la conducta alimentaria.

La violencia estética también actúa cuando invisibiliza: las mujeres no blancas, con discapacidades o con cuerpos gordos siguen siendo minoría en los medios y campañas.

El movimiento Body Positive vino a recordarnos eso: que todos los cuerpos merecen existir sin ser juzgados. Con estrías, celulitis, canas, acné, alopecia, o lo que sea.

Este movimiento fomenta la inclusión, la autoaceptación y el amor propio, desafiando los estándares de belleza poco realistas promovidos por la industria de la moda, los medios y la publicidad. La diversidad de cuerpos, incluyendo personas de todas las tallas, razas, géneros, orientaciones sexuales y capacidades, es un pilar fundamental. Aunque algunas marcas han intentado mostrar una apariencia de diversidad e inclusión, la participación de modelos "curvy", con vitíligo, en sillas de ruedas o de la tercera edad sigue siendo marginal. A menudo, estas acciones son utilizadas para ampliar el espectro de consumidoras y contrarrestar críticas, más que para transformar los estereotipos.

Hablar de esto no es superficial. Es hablar de autoestima, salud mental, derechos y libertad.

💪 Feminismo: una fuerza clave para desarmar la violencia estética

El feminismo ha sido una herramienta fundamental para visibilizar y cuestionar los mandatos de belleza impuestos, entendiendo que no se trata solo de gustos o elecciones personales, sino de un sistema de control que opera sobre los cuerpos —especialmente los cuerpos de las mujeres—.

Gracias al trabajo de muchas autoras y movimientos, el feminismo ha logrado:

🧠 Ponerle nombre y sentido a lo que muchas vivimos en silencio

Esta presión, muchas veces, ni siquiera se percibe como violencia, porque se presenta como “natural”, “normal” o “lo que hay que hacer”.

🎯 Cuestionar los estereotipos y la mercantilización de los cuerpos

El feminismo ha expuesto cómo la industria de la moda, la cosmética y los medios han creado un ideal de belleza que responde a intereses económicos, y no al bienestar. La autora Naomi Wolf, por ejemplo, describió el mito de la belleza como una “estrategia política” que busca debilitar la autoestima de las mujeres y distraerlas de ocupar espacios de poder.

🌈 Promover la diversidad y el amor propio

Desde el Body Positive hasta el activismo gordo, el feminismo impulsa la idea de que todos los cuerpos son válidos.

También pone sobre la mesa cómo prácticas como la depilación o teñirse las canas —que muchas veces se asumen como elecciones personales— están atravesadas por mandatos culturales que podemos empezar a cuestionar.

🤝 Colectivizar, resistir y transformar

Una de las estrategias más poderosas del feminismo es hacer de lo personal algo colectivo. Nombrar lo que nos pasa, compartirlo y entender que no estamos solas. Organizarse, conversar, visibilizar.

✨ Recuperar el control

El feminismo también nos recuerda que la belleza no debería ser una obligación. Que no vinimos a este mundo a agradar a esos mandatos. Que nuestro valor no está en cómo nos vemos, sino en cómo nos sentimos, qué soñamos, qué hacemos, cómo cuidamos y cómo nos habitamos.

🌱Cuidarte, no exigirte

En SHIRI creemos en una cosmética que acompaña tu bienestar, no que lo condiciona. No queremos que uses cosmética para tapar, disimular o adaptarte. Queremos que te ayuden a sentirte bien, a conectar con vos, a celebrar quién sos.

La violencia estética nos afecta a todas. Por eso, romper con los mandatos no es un camino individual. Se construye en red, con conversaciones sinceras, con respeto y con nuevas formas de habitar nuestros cuerpos.

Es fundamental reconocer y abordar la violencia estética como una forma de violencia de género, trabajando hacia una sociedad más igualitaria y respetuosa que promueva la aceptación y valoración de la diversidad de cuerpos y apariencias en todas sus formas.

De forma individual, podemos:

  • 💬 Empezar por revisar a quién seguimos en redes.
  • 💬 Dejar de comentar sobre el cuerpo ajeno y, en su lugar, elogiar sus atributos, cualidades o habilidades.

Te invitamos a repensar los mandatos, a romper tabúes, a elegir desde el amor, y a construir una belleza más amplia, más real y más libre.

  • 🌿 Porque tu cuerpo no necesita permiso para existir tal cual es.
  • 🌿 Porque la piel se cuida, no se corrige.
  • 🌿 Porque la belleza es plural.

Te dejamos algunas frases que podés usar para elogiar a tus personas queridas, sin recaer en lo físico

  • “Qué linda energía tenés hoy.”
  • “Me encanta tu forma de reflexionar.”
  • “Sos muy inspiradora.”
  • “Siento mucha paz cuando charlo con vos.”
  • “Admiro cómo te cuidás y te escuchás.”
  • “Sos una gran compañía.”
  • “Qué importante es escuchar tu opinión.”
  • “Me encanta cómo hacés que otras personas se sientan bien.”

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Fuentes consultadas: